lunes, 6 de julio de 2015

Vendedores y Cia. I

En mis años universitarios -osea hace poquito nomás- un año antes de terminar la carrera, animada por mi padre a aprovechar mi tiempo extra y estudiar cursos complementarios, mi hermana y yo nos matriculamos a un diplomado de 6 meses.
La matricula fue pagada en parte de nuestros ahorros, pero cuando fuimos a solicitar el restante a nuestro amado padre, pego el grito al cielo, acotando que la plata no caía de los árboles y blah, blah, blahh.

¿Ahora?

Ya teníamos invertido dinero allí, el cuál no iba a ser reembolsado ni de chiste.
Entonces no quedó más que "recursearse", buscar la manera de completar el faltante y así asistir al curso sin que Mr. Wachiman (guardia de seguridad) te retenga en la entrada por no tener las clases pagadas.

El caso era que mi hermana llevaba prácticas en la mañana, y clases en la tarde y noche, a diferencia mía, que solo cursaba en la noche.
Ofrecí voluntariamente mi tiempo y me puse en búsqueda de trabajo.

Las prácticas pre-profesionales no eran muy bien pagadas en aquellos años, casi todas eran adhonoren si es que no tenías algun tipo de influencia directiva.

Así tome mi diario y empece a enmarcar potenciales trabajos que según yo me harían rica -ok, con que me alcanzará para pagar el curso era suficiente-.

La mayoría buscaba profesionales experimentados y cuando ya estaba tentada a trucar mi CV/hoja de  vida, ojié un anuncio colorido de un cuarto de página que ofrecía solucionar todos mi problemas financieros.

Sí, sonaba a -una metida de rata olímpica-  estafa, pero no pedían mayor requisito que el de contar con estudios universitarios ya sean completos o no.
Llegue a la entrevista con la mentalidad de desarmar la cuartada y arrinconar al entrevistador hasta descubrir la trampa. Me senté adelante y junto a mí se instalo un joven apuesto que parecía tener el mismo plan.

La exposición la brindó una joven muy cordial y seria, no explicó de que trataba el trabajo en sí, solo de que se tenía linea de carrera y que era un mercado en expansión muy prometedor.
El joven a mi lado intento persistentemente tener mas datos, pero nada, yo también traté y recibí respuesta de que en la siguiente reunión a realizarse en instalaciones de la empresa -porque nos citaron en la sala de convenciones de un hotel- se nos explicaría todo.

Osea nada otra vez.

Dos opciones tenía:
- Volver a ensimismarme frente a un periódico.
- Asistir el lunes a las capacitaciones en la empresa y caer redondito.

La capacitación te enseñaba técnicas de venta de paquetes de estudio para personas mayores a 35 años de buena posición ecónomica, que por trabajo no podían asistir a cursos de especialización regulares.

Me enseñaron como hablar por teléfono y realizar preguntas que infieren a un respuesta deseada, ejemplo: ¿CIERTO que ud. está deseoso de adquirir los paquetes citados? (aquí obviamente insitan a que respondas afirmativamente).
También te enseñaban de tipos de interlocutores y como manejarse frente a ellos, como cerrar una venta y etc, etc y más etc.

De que aprendí mucho, sí que lo hice, pero también aprendí a odiar y desacreditar mucho la profesión de vendedor. Dispensen sí alguno de ud. practica este oficio, pero me parece que se llenan los bolsillos timando a la gente, creando necesidades que uno no tiene: les venden arena en pleno desierto.
Así como no me agradan los ilusionistas -porque lo magos medio que me caen mejor- que se mofan de caminar sobre el agua, traspasar vidrios y tantas otras chorradas, esos señores junto a los vendedores pertenecen a un mismo saco para mí.
Empatizando con la gente, hacen que está crea que se preocupan por sus necesidades, que tienen un interés genuino en su bienestar cuando solo quieren venderte un producto y obtener su comisión. Purita verborrea señores, pura charlatanería usada para controlar mentes débiles y cansadas.

Sí, yo aprendí -casí de memoria porqué así te lo exigían- como dar todo el discurso para vender esos paquetes, intento no avergonzarme pues esas ventas pagaron mi curso y el de mi hermana, pero lo hace. Mi cabeza se conflictua al recordar como luchaba contra mis buenas costumbres y lograr una venta.

De anécdotas tengo ir a la puerta de mi universidad a ofrecer volantes con este simpático amigo de la primera entrevista, resulta que nos hicieron compañeros de ventas y nos la pasábamos burlándonos de como nos habían visto la cara, un buen tipo el chico, solo que ya era egresado y estaba justificando su pérdida de tiempo hasta obtener un mejor trabajo. El vagaba casí simpre mientras me acompañaba a que atrapara algún comprador incauto. No pues, el no andaba necesitado.

¿Cómo acabo todo?, a los 2 meses terminé de juntar el dinero que -a costa de embaucar a un amigo minero y a sus conocidos- y sin mas juré vengar a todos los embaucados aprovechando a un 100% mi diplomado. Ok no, el diplomado también me resulto mitad estafa después de todo.

Este relato se hará una trilogía, porque me expandí mucho en este post y no debió ser así.
No se pierda las siguientes partes, que son más entretenidas que ésta parcial opinión personal.

¡Se me cuidan!.

6 comentarios:

  1. ay dios mio!! cuando me ofrecian trabajo lo que mas habia era de eso...pero como no tengo tan buena fluidez verbal y aparte eso de ratar a la gente con ese proposito...ay no, me roba el alma XD jaja.
    yo quiero leer el siguiene capitulo!!

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Sep, me da pena decir que fui vendedora u.u
      Igual como fue tan corto nunca aparece en mi C.V. :)

      Besito.

      Borrar
  2. Venga, ya tardas en escribir el resto.
    Me encanta tu sinceridad.
    Mucho.

    Besos.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Y a mi me encanta leerlo y que ud. me lea.
      Me siento afortunada.
      Mucho, mucho.

      Un beso.

      Borrar
  3. Ufff! Me lanzo a leer la segunda parte! Buenísimo... me has dejado "picado"

    ResponderBorrar

Y tú porqué no comentaste?, te leo y me doy una pasadita por tu rincón ;)!