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Escapo -por cierto sin mayor esfuerzo- del trabajo de armar un par de líneas, por el simple hecho de que suenen mejor en mi cabeza que amontonadas en un papel.
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Cuando concentrada susurro historias macabras de alrededores de la ciudad, o suelto una risita imaginando el siguiente disparate a redactar, las historias parecen tan reales, tan vividas y ocurrentes; que me entusiasman el desgastado corazón.
Entonces viene la fase de desengaño y honda desilusión al releer lo que entre atropellos intente plasmar torpemente -mi cabeza tiende a ser muy rápida comparada con mis dedos-.
-"Que asco de párrafo, mejor me dedico a escribir horóscopos en forma de trabalenguas; ese es un sector que todavía no está muy explotado."
Luego pienso que qué-sabré-yo-de-trabalenguas y que mejor debo cargar una grabadora a mano y así grabar todas mis notas mentales -pacharacadas diarias porsupuesto, nunca notas existenciales- a ver si logro mejorar en algo; total no es muy raro verme hablando sola, no-no-no.
-"Claro, me doy de la muy importante caminando con una grabadora pegada a las manos... Puff... Que aluncinada!".
Se imaginan?, yo con una grabadora, sí-claro, mejor regreso a hundirme en el sillón de la sala, hay muchas maratones acumuladas y no se veran solas, nonono: ahí te voy vieja amiga TV chupa-cerebro! (Remotamente culpable de mi sequía textual.)
PDT: Querido Santa, yo sé que ya paso Navidad, pero no me regalaron ni para un par de panes secos, así que si puedes comunicarte con tus jovenes padawans: los Reyes Magos, para que de pasadita puedan devolverme mi grabadora a cinta que tiempo atrás Mamá dono como si fuese suya a algún lugar bien-habido; pues las cosas no son de quien las tiene, sino de quien las necesita, si-si-si.
FIN.