lunes, 8 de mayo de 2017

Ño la cagues.

Nunca se dejen llevar por el excesos de tragos, y menos aún en fechas festivas. Y claro, sé que les puede sonar ridículo ya que son estos los días en los que la mayoría pierde los estribos y bebe como si no tuviese fondo; pero es una advertencia valida ok, ténganla en cuenta.
Esto nos sitúa en la noche de la cena navideña, de la que tengo borrosos recuerdos, sobretodo de la mitad hacia el final de la misma.
Bebimos y bailamos cuánto quisimos; para esa hora los jefes ya estaban pasados se tragos por lo que importaba un pito sí nuestros comportamientos eran erráticos, la moda era entonar con el montón.
Un vaso más y ya estaba bailando con un tipo de contabilidad del que solo reconocía el rostro. 

***
Ocasionalmente cruzábamos saludos al encontrarnos en el marcador de tarjetas o en la cola para el comedor, pero nunca más.
Aún siendo tan poco el contacto, podía sentir una química rara, ya saben, del tipo *crush* o similares.
Pero todo esto se tenía que ir a la mierda justo cuando me fije en el anillo en su dedo. Toda la vida es la misma cojudez.
***

Retomemos entonces la noche de la fiesta navideña y como por alguna razón me encontraba bailando con ese tipo. 

Creo que sonaba un salsa o algún ritmo latino, entonces podía sentir sus manos rodeando mi cintura e intentando tocar de más. 
Carajo. No estaba tan borracha, por lo que intentaba apartarlo. Mientras el seguía insistiendo comentando algo así como: *¿porqué no me haces caso?... ¡ya sé!, es por tu jefe celoso ¿no? ¿Tengo que pedirle permiso a tu jefe celoso?...*
Entonces yo: *¿que mierdas está hablando este tipo?*.

La canción terminó dando paso a que regresara a mi mesa, mientras el tipo este se dirigía a conversar con mi jefe.

Sabrán los santos si le comentó o no algo; y tampoco era de mi importancia en ese momento... digamos que mi jefe tenía una mirada perdida, esos ojos aguados incapaces de enfocar algo con claridad, característica de que estaba bastante borracho el pobre.
***

La semana siguiente era ya otra historia. Mientras yo transitaba con normalidad por todos los pasillos y recovecos de la empresa. Este borracho nuevo amigo, trataba como de evitarme -supongo- presa de sus bochornosos recuerdos.

Así que no estaba tan borracho del todo... ¡ajá!.

Y mientras pienso esto esbozo una traviesa sonrisa en el rostro. Quizás en años pasados habría reaccionado diferente; y en otro par de años más, me escandalizaría siquiera observar tal hecho. 
Y qué, al menos por hoy solo diré que la vida son etapas; que uno vive o "quema" a su gusto. Las malas decisiones siempre van a estar en el menú del día, pero es justo esta periodicidad en la que se presentan, que hace que uno aprenda -así sea por la mala-.

Hagan caso a las palabras de esta sabia y no la caguen por favor.

*-Tenía que dejarlo claro, por si no entienden de la forma buenita.-*




2 comentarios:

  1. A qué Miss Mary! Eso de emborracharse en fiestas del trabajo es una bonita tradición que no debe perderse!
    Pero... con un casado?! Bueno, total: a lo hecho, pecho.

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  2. Jaja, a mí no me viene eso de las fiestas porque somos puras compañeras, igual y nos sale lo lesbias y yo podría cagarla jaja. Me hiciste el día con tu entrada.

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Y tú porqué no comentaste?, te leo y me doy una pasadita por tu rincón ;)!