jueves, 11 de junio de 2015

Adicciones.

El post iba a tratar de algo menos personal, pero cambie de idea y creí poder hacer una trilogía con el mismo título. Ahí vamos.


De un tiempo a esta parte las lágrimas son diferentes.

Comprendo que mis lagrimas han ido cambiando con la edad.

De niña, cuando mis padres peleaban y gritaban, eran bastante dolorosas y ahogadas. 
Papá siempre odio que llorara, entonces siempre tenía que esconderlas en algún rincón de la habitación, pero aún así las muy traicioneras sabían escapar haciendo más incomoda mi capacidad de ocultarlas.
- ¿Ya estás llorando otra vez Mary?.
- No, no es cierto, eso no es cierto.- Pero ahí estaban las gotas rodando por mis mejillas.

Ya adolescente aprendí métodos para poder controlarlas de una manera más sofisticada, si es que puede llamarsele así.
Parpadear constantemente y mirar hacia el cielo puede servir algunas veces. Aunque nunca pude detener el llanto furioso, profundo y difuso de edades tan tercas e inmaduras.
Fui derrotada por el tipo de tristezas agotadoras que solo se curan vencidas por el cansancio mezclado con el encanto de un sueño ligero.

Ahora, siguen brotando pero solo lo hacen inertes, acompañadas por el silencio de la noche y el calor de estas lineas vacías. Agua inexpresiva, callada y salada lavándome la cara.
Ojalá significaran algo más, pero no lo hacen, solo son parte de una odiosa rutina adquirida en parte por repetición y en parte por idiotez.

Presa de mi cordialidad las saludo como siempre:
-¿Cómo andan compañeras?, llevaba bastante tiempo sin verlas.


Poco a poco empiezo a apreciar su compañía  y de llegar a odiarlas hasta el hartazgo, creo que puedo entender que son una parte importante de mí, mostrándome que a pesar de tanto, sigo siendo igual de frágil que antes y que voy a ser siempre así.

Mi alegría y negro sentido del humor servían como fachada para ocultar esa extrema sensibilidad innata. Funciona bien hasta ahora, ¿no?.

Y por si las dudas, si lograsen descubrir mi cuartada, dejo estas letras como fiel testigo acusador de una realidad de la cual vivo escapando, escapando en largas caminatas.

Servidos señores.


(Un post resucitado del mas allá.)

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